Ser un emprendedor intelectual implica realizar un negocio basado en los conocimientos y experiencia que acumula en su cabeza. En un artículo reciente hablábamos acerca del negocio de escribir y vender ebooks. Ése es un ejemplo perfecto de emprendedor intelectual.
En la actualidad, la presencia de Internet ha modificado muchos parámetros que por años se tomaron por certezas inquebrantables. La web, con su posibilidad de acortar distancias, hace que en materia laboral sean más apreciadas las inteligencias que las presencias. Esto genera que nuestra capacidad intelectual pase a ser un recurso muy preciado. Pero también resulta cierto que es necesaria una fuerte disciplina.
Algunos consejos
1 – El más importante, por supuesto, es valorar tu trabajo. Ante los ojos de los demás, parecerá que te dedicas al ocio. No importa, no dejes que impacten en tu autoestima.
2 – Es imprescindible que te fijes metas diarias y semanales. Ten en cuenta que el pensamiento sin acción es como sembrar en suelo estéril.
3 – Aprende a desconectarte. Muchas veces, el emprendedor intelectual se deja absorber por una racha de inspiración o de bonanza en ofertas laborales. Pero también hay que disfrutar de la vida, hacer pausas, descansar la mente para que genere nuevas ideas.
4 – Una de las situaciones más frustrantes es el abandono de la inspiración. El emprendedor intelectual tiende a dar vueltas sin que las musas regresen, creando (en su esquema de pensamiento) tiempo improductivo. Ya puestos a tener una pérdida de tiempo, lo mejor es distraerse, hacer algo que tenga más relación con el aspecto físico. Verás que sucede lo mismo que cuando encuentras algo justo en el momento que no lo buscabas.
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